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Mostrando las entradas de agosto, 2018

LEYENDA DE LA RUBIA DEL ESTACIONAMIENTO

Un joven ejecutivo, estaba en el estacionamiento de un centro comercial, colocando la llave en su coche cuando de repente una rubia se acercó y le dijo: -Buenas tardes. Mientras el joven respondió -Buenas tardes! A continuación, la rubia dijo: Mi nombre es Cristina, perdí una cartera de color rosa en este estacionamiento y me pregunto si por casualidad vio mi objeto perdido. De esta forma, los dos engancharon una conversación agradable. Hasta que Rodrigo le preguntó: ¿Dónde vives? Tal vez pueda darte un aventón… Por lo tanto, la chica respondió con una sonrisa cínica, vivo en el infierno. Entonces el joven dijo, sonriendo: Estoy hablando en serio! Por favor, súbete a mi coche! en esta forma, la rubia se puso en el coche, pero en el momento Rodrigo inclinó hacia abajo para encender el coche, la chica agarró al hombre por el cuello con sus pesadas manos y las uñas afiladas. Rodrigo pudo zafarse, corrió y llamó a los guardias del centro comercial. Tres guardias corrie

Una noche en el cementerio | El Relator

El Extraño

H. P. Lovecraft Infeliz es aquel a quien sus recuerdos infantiles sólo traen miedo y tristeza. Desgraciado aquel que vuelve la mirada hacia horas solitarias en bastos y lúgubres recintos de cortinados marrones y alucinantes hileras de antiguos volúmenes, o hacia pavorosas vigilias a la sombra de árboles descomunales y grotescos, cargados de enredaderas, que agitan silenciosamente en las alturas sus ramas retorcidas. Tal es lo que los dioses me destinaron… a mí, el aturdido, el frustrado, el estéril, el arruinado; sin embargo, me siento extrañamente satisfecho y me aferro con desesperación a esos recuerdos marchitos cada vez que mi mente amenaza con ir más allá, hacia el otro. No sé dónde nací, salvo que el castillo era infinitamente horrible, lleno de pasadizos oscuros y con altos cielos rasos donde la mirada sólo hallaba telarañas y sombras. Las piedras de los agrietados corredores estaban siempre odiosamente húmedas y por doquier se percibía un olor maldito, como de pil

Memento mori: la tenebrosa tradición de fotografiar a los muertos como si aún estuvieran vivos

Un caluroso día de agosto en 1839, nació en París una práctica asociada al reciente nacimiento de la fotografía: la fotografía post mortem. Una manera de honrar y recordar a los fallecidos que se popularizó para mostrar a los muertos como si en realidad no lo estuvieran. De pie o tumbado, el cadáver, acompañado de su familia o solo, parecía estar dormido. Si el fotógrafo se aseguraba de que mantuviera los ojos abiertos, la persona ni si quiera parecía haber pasado a la otra vida. La elevada tasa de mortalidad infantil en la época victoriana hizo que los retratos post mortem de niños fueran particularmente comunes, por lo que la muerte se asumía con más naturalidad y era compartida con el entorno del hogar burgués. A lo largo de los siglos esta imágenes espectrales siguen fascinándonos; la forma que tenemos de enfrentar el fin de la vida dista mucho de esta costumbre, que honra a la muerte y consuela a los vivos a través de imágenes escalofriantes. Hipocresía social y hambr

Evidencias 02 | Panteón de Belen | El Relator