Esta pequeña ánfora o más bien el contenido que puso en ella
un muchacho muy joven pero muy listo
acabó con una macabra presencia que tenía aterrorizados a los habitantes de un
barrio.
Los habitantes del barrio
estaban fastidiados porque noche tras noche al sonar las doce, aquel animalejo
les interrumpía el sueño con sus graznidos, pero no solo con aquellos
desagradables sonidos, sino con palabras pues según mucha gente, aquel cuervo
era nada menos que el mismismísimo lucifer, durante el día se refugiaba en la
vieja casona pero al llegar la noche salía de su guarida para revolotear entre
las casas, a veces en las bardas y en el empedrado de la calle proyectaba una
sombra extraña y por eso muchos de los habitantes estaban convencidos de que se
trataba del mismísimo diablo.
En aquella época llego a vivir al barrio un matrimonio con sus tres
hijos cuyas edades oscilaban entre los 10 y 16 años, Juan era el mayor, Miguel
el de en medio y Santiago el más pequeño, los muchachos al escuchar a los
vecinos hablar del maligno animal decidieron entrar al vecindario de aquella
calamidad cada uno de los muchacho ideo un plan, Juan fue el primero en poner
en práctica su estrategia y una noche sin que sus padres se dieran cuenta salió
de la casa sigilosamente embozado en una capa negra, justamente al sonar las
doce campanadas el animal revoloteo encima del muchacho y se posó en la baranda
del pequeño puente de piedra, al verlo Juan quedó muy impresionado pero muy
decidido lanzo su capa al aire para atrapar al animal que fácilmente se escapó
y se posó de nuevo en el mismo lugar al tiempo que con una voz mezclada con
graznidos decía: júa, júa Juan…
Cuando escucho su nombre salir del pico del cuervo sintió que se le
helaba la sangre y corrió lo más rápido que pudo hasta entrar jadeante a su
casa, por la cara de susto que todavía tenía Juan a la mañana siguiente sus
hermanos supieron que no había tenido éxito en su empresa, así que esa misma
noche Miguel se preparó para realizar la hazaña de liberar al barrio del
nefasto cuervo, sacó de su maleta una madeja y tejió una redecilla de hilo
resistente y ligera, efectivamente todo parecía indicar que Miguel era más valiente que su hermano mayor, él no se
echó a correr cuando al cruzar el puente oyó que el cuervo hablaba, esos pájaros como los pericos aprenden
algunas palabras y luego las repiten, lo que si lo sorprendió es que supiera su
nombre: mmm… mmm… Miguel…. Si quieres atrapar al diablo ven por él.
El pajarraco repitió estas palabras y se alejó volando del puente hacia
la vieja casona, Miguel lo siguió con decisión en la penumbra de la noche,
llegó hasta la tétrica morada y entro por una ventana en el patio central de la
casa bajo un rayo de luna estaba el cuervo proyectando una sombra siniestra,
Miguel avanzó sin quitarle los ojos de encima a su presa, cuando llego a una
distancia prudente lanzo su redecilla, pero esta se atoro en algo que Miguel no
lograba ver en la oscuridad y la jaló con fuerza para liberarla, entonces con
gran estrépito le cayeron encima un montón de viejas vigas y otros objetos que
apenas esquivó, el cuervo aprovecho el estrepitoso ruido para alzar el vuelo y
desaparecer, decepcionado, Miguel regreso a su casa lleno de raspones y
cubierto de polvo, al día siguiente le
tocó a Juan mirar con una sonrisa
burlona a su hermano, Santiago el más pequeño no comentó nada sabía que le
llegaba el turno de intentar la hazaña a pesar de que sus hermanos mayores no
le creían capaz de hacer algo bien, esa noche Santiago salió de la casa con
cierto miedo, pues cualquiera lo tendría caminar por la calle oscura a media
noche para enfrentar al pajarraco maldito que además decían que era el diablo
era para asustar a cualquiera, así que envuelto en su gabán llegó al puente y
espero agazapado, los instantes que pasaron se le hicieron eternos, hasta que sonaron las doce campanadas y los
graznidos del cuervo anunciaron su
presencia, por su mente paso la idea de regresar corriendo a su casa, pero con
el cuervo termino su desagradable charloteo, Santiago volteo a ver al animal,
el cuervo al descubrir la presencia del niño lo miro planeando su negra cabeza,
Santiago se quedó como hipnotizado por la mirada del pájaro y el cuervo se
quedó tieso como si fuera un efigie que adornara el puente y ninguno de los dos
hizo el menor movimiento pero en realidad Santiago tenía las manos metidas en
su gabán y había abierto una pequeña ánfora que traía, el muchacho avanzo
lentamente sin dejar de mirar al cuervo y cuando levantó el vuelo, rápidamente
lanzó sobre el ave el contenido de su
ánfora, al tiempo que decía si el demonio eres vete a tu lugar, vete a los
infiernos y no vuelvas más.
Un chorro de agua bendita que el niño había tomado esa tarde de la pila
de la iglesia cayó sobre el animal, el cuervo graznando estrepitosamente voló
hacia su refugio dejando tras de sí una estela de humo negro y chispas rojizas,
el pobre de Santiago empapado en sudor llego casi sin aliento hasta su casa y
no bien había entrado y cerrado la
puerta cuando se escuchó un estruendo enorme.
Todo el vecindario se despertó muchas ventanas se iluminaron y algunos
de los vecinos se asomaron con prudencia, a la mañana siguiente todo retornó a
la calma y Santiago por supuesto se convirtió en el héroe, no solo de sus
hermanos sino del vecindario entero.