Los
arcontes son seres celestiales enviados por una deidad para cuidar, vengar o
juzgar las injusticias que se producen en nuestro plano material.
Un
poder antiguo
Los
arcontes son verdaderas autoridades de la moral y la ética, y han existido
desde el nacimiento de los dioses. De hecho, la palabra arconte, del griego
“archai”, significa origen o comienzo.
En
la antigua Grecia se conocía como arcontes a los habitantes destinados a
convertirse en la autoridad suprema, fuese política o religiosa. Dictaban las
normas, las hacían cumplir e impartían castigos a los descarriados.
La
figura del arconte ha sido reconocida en numerosas mitologías y civilizaciones
como la celta y la azteca, y algunas han conseguido nombrar hasta 12 arcontes.
Esto no significa que no haya más, sino que nunca se han materializado en
nuestro plano.
Los
arcontes son eficaces y poderosos intermediarios. Son la conciencia y, en
cierto modo, el ente físico que se encarga de llevar a cabo todo lo que el dios
necesita ejecutar. Son La Autoridad.
Es
lógico pensar que estos seres poseen un gran poder, pero hay mucho más. Su
fuerza y gracia son celestiales, divinas. No necesitan hablar, aunque lo hagan,
y no necesitan luchar, aunque porten armas arcanas. Su mera presencia es una
revelación que despeja la mente y el espíritu.
Características del arconte
Suelen
aparecer bajo la forma de un humano, hombre o mujer, de piel y cabello azul,
blanco o dorado. La mayoría posee enormes alas angelicales aunque no las
necesitan para volar y moverse a voluntad. Pueden teleportarse y estar a cada
segundo en un lugar distinto.
Los
arcontes hablan su propia lengua celestial y la lengua infernal. Aun así,
pueden comunicarse con cualquier otro ser usando su empatía, de manera que se
hacen entender aunque no se conozca ni una palabra del idioma angelical.
El
aura del arconte es una de sus cualidades más llamativas. Cuando el arconte se
manifiesta, su aura es de pura bondad y sus ojos se muestran comprensivos y
llenos de amor. Si el arconte debe tomar una actitud más correctora, su aura se
transforma en un amplio halo luminoso de protección para sí mismo y para las
criaturas de buen corazón que estén presenten. Si el arconte debe mostrarse
hostil ante una criatura malvada, su aura se convierte en halo amenazador
sediento de justicia al que muy pocas criaturas infernales escapan, ya que
debilita y merma la voluntad.
Un
arconte presenta también la capacidad de atravesar la oscuridad y la penumbra
con su mente, permitiendo a sus ojos ver todo lo que esconden las sombras.
El arconte en acción
Un
arconte procura no hacer nunca daño. Es raro que luche contra un enemigo y, si
lo hace, usa su poder para neutralizar, no para dañar. Sin embargo, si su
oponente es realmente malvado, pruede provocar la temida ira del arconte. En
ese momento el arconte se convierte en la venganza personificada y no dudará en
usar todos sus recursos para atacar y castigar a la criatura.
Parte
de este enorme poder es amplificado por el arma que portan. Suelen usar
espadas, tridentes o lanzas rúnicas. Estas runas arcanas poseen la capacidad de
ampliar los poderes sobrenaturales y celestiales del arconte hasta el punto en
que pareciera que el mismo dios que envía al arconte se hubiese personado. Es
por eso que estas armas no se usan realmente para la lucha cuerpo a cuerpo. Los
arcontes no necesitan luchar físicamente, aunque pueden hacerlo si lo desean.
Los
arcontes presentan, además, ciertas resistencias naturales que los hacen más
invulnerables. Pueden crear círculos mágicos contra el mal y no se ven
afectados por los elementos como el frío, los rayos, etc.
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