Esta
es una historia real, a lo mejor han oído historias similares, muchas de ellas
en pueblos antiguos, aunque otras de ellas en grandes urbes, como la mía, yo
creo que esas historias son reales, esto me pasó a mi cuando tenía ocho años…
Érase
una tarde cualquiera en la cual yo pasaba mi domingo en la casa de mi abuela
como de costumbre, en aquel entonces siempre solía jugar con un primo y a la
vuelta de la casa de mi abuela, había una pequeña tienda en una esquina, en la
cual nosotros siempre íbamos a comprar nuestros dulces y golosinas, en aquella
tienda habían una pareja de viejitos los cuales eran los dueños de las tiendita
y forman parte importante de esta historia.
Recuerdo
muy bien a aquel anciano, sus ojos, su cabello plateado y su mala dentadura aun…
pues resulta que aquel domingo, mi primo no estaba en casa de mi abuela, así
que yo decidí ir solo a comprarme unas papitas para calmar mi antojo; resulta
que cuando yo me disponía a pagar, algo llamo mi atención mientras entregaba el
dinero a aquel anciano, detrás de él, en el mostrador en la parte de arriba en
una repisa, había una veladora encendida y al lado de ella una foto de él.
En
aquel momento yo pensé en mi inocente edad: ¿Por qué hay una foto de el con una
veladora atrás?, aunque al final de cuentas no le di gran importancia en ese
momento, el anciano me regresó mi cambio y regrese dispuesto a comer mis
papitas en casa de mi abuela tranquilamente.
Tres
semanas después regrese pero ahora con mi primo a comprar más cosas a la
tiendita, pero en esta ocasión nos atendió solamente la esposa del anciano, y
detrás de ella seguía aquella foto con la veladora encendida aun, en ese
momento pensé: ¿Porque ya no estaban ambos juntos atendiendo?, en mi pequeña
curiosidad de infante le pregunte a mi primo que porque había una foto del
viejito con una veladora, a lo cual el respondió que porque el viejito ya había
fallecido hace tres meses y me quede sorprendido, no me asuste, aunque ahora
que lo recuerdo si me estremece un poco, pero volviendo a la historia, me
sorprendí en ese momento y le dije que se dejara de bromas si hacía tres
semanas atrás el viejito me había atendido a mí, que eso era imposible, los
muertos no pueden atendernos… ¿O sí?, a lo cual mi primo me respondió, si no me
crees, pregúntale a su esposa si no me crees, a lo cual yo lo hice
inmediatamente, disculpe… ¿Porque tiene una foto de su esposo con una
veladora?, a lo cual ella me respondió: mi esposo ha fallecido hace tres meses,
¿Por qué?, ¿Qué pasa hijo?… yo me quedé atónito y respondí: no por nada señora…
Ahora
en la actualidad solo me queda decir, pues si, los fantasmas existen… y a veces
regresan a hacer sus deberes que hicieron algún día en vida…
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