Era
una noche estrellada, no había una nube en el cielo y las estrellas se veían
hermosas, tanto que muchas parejas aparcaban sus autos en el amplio mirador a
las afueras de la ciudad.
Rita
y Esteban , con el que llevaba 1 semana de noviazgo, aparcaron su coche en un
espacio que había en el medio del lugar, rodeado de autos, se bajaron y se
recostaron en el parabrisas con una manta cubriéndolos aunque a esa hora no
había frío, pues era verano. Estuvieron un rato ablando de temas variados, pero
nada tan importante como para ser narrado aquí, hablaban de la escuela, de las
tareas, de los amigos, de todo lo que los jóvenes hablan, de pronto Esteban saco una cajetilla de cigarrillos de su
bolsillo y se echo uno a la boca, hizo un ademán buscando su encendedor, pero
no lo encontró, así que con un toque de vergüenza que denotaban sus mejillas se
acercó a uno de los autos cerca al suyo.
Este
tenía los vidrios empañados, pero no se veía moverse nada ni se escuchaba
ningún ruido, así que dio la vuelta y se acercó al otro auto, pero lo mismo y
ahí comenzó a alejarse del lugar, buscando quien le pudiera prestar un
encendedor, mientras tanto, Rita, angelical miraba a su novio sonriente, ese
fue el momento en el que Salí de mi escondite y con mis largos brazos la atrape
desde la boca para que no gritara, la alce por los cielos y la azote contra el
suelo rompiéndole las piernas.
A
través de mis manos podía sentir sus gritos contenidos, los que me daban mucho
placer oírlos. Pero más placer me daba el sentimiento de impaciencia esperando
que Esteban llegara al último auto de la
fila, reía por dentro con la emoción, y cuando este llego y abrió la puerta
entreabierta del auto y descubrió los cuerpos putrefactos, mutilados, y
esparcidos por todo el lugar no podía sostener la emoción.
Este
dio un grito y avanzando hacia atrás, se tropezó con otro auto y vomito, fue
hermoso, aun más que el cielo. Aun recuerdo cuando, con su camisa manchada en
vomito se tambaleo hasta el borde del mirador para tratar de escapar a su auto,
pero solo logro ver como todas las puertas se abrían y de ellas salían chorros
de sangre y órganos putrefactos, rodeados de moscas, aun recuerdo sus gritos, y
su rostro desfigurado por él, horror, aun recuerdo como corrió al auto y al
destapar la cara de su “amada” con lo que se encontró fue con todos los cuerpos
suplicantes de todos los jóvenes que vieron las estrellas en ese mirador alguna
vez, que comenzaron a salir de debajo de la colcha asta rodearlo, sus cuerpos
destrozados lo tocaban mientras el vomitaba, se tocaba la cabeza y gritaba,
Rita, Rita, donde estas, que te han hecho.
Jajajajaja
que placer escuchar eso, y esa fue la señal para alzarme por los cielos y con
los brazos extendidos con Rita en una mano, y su encendedor en la otra me pose
entre el circulo que formaban las almas caídas, y deposite a Rita en el suelo. Esteban,
desconfiado, se acercó y al ver que era ella y que lo llamaba desfalleciente,
con sus extremidades quebradas, corrió y la abrazó diciéndole, mi amor, no te
mueras, tranquila, no pasa nada esto es un sueño. Y yo sin poder contener la
risa presencié como Rita mordiendo su cuello y ensartando los huesos quebrados
y expuestos de sus brazos en su abdomen, le decía, no, no es un sueño, esto es
real y yo ya no soy Rita y pronto tu no serás Esteban.
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