Quizás sea ésta una de las más recurrentes leyendas urbanas de tierras occidentales; existen docenas de versiones de la misma historia, por lo que nos ceñiremos únicamente a dos, para no abusar de la paciencia del lector. En el primero de los casos, por la noche, una persona, invariablemente un hombre, ve a una mujer vestida con atuendos de color blanco que deambula desorientada por la calle, visiblemente angustiada. Si el hombre no se acerca a preguntarle por sus tribulaciones, ella irá directamente hacia él y lo abordará, diciéndole que se ha perdido y rogándole que la ayude a regresar a su hogar. Si el hombre se niega presentando una excusa, la mujer le dedicará una mirada de rencor y lo dejará partir, pero las consecuencias serán funestas (volveremos sobre ello más tarde). Si por el contrario, el hombre decide auxiliarla, la mujer le indicará una dirección y le dirá que debe apurarse pues su familia está esperándola con ansiedad. En automóvil o a pie, inician el viaje.