La
simple idea de contratar a un payaso le resultaba terrorífica a Mariel, pero
ese día era el cumpleaños número cinco de su hijo así que después de armarse de
valor tomo el teléfono para solicitar el servicio de uno. Jamás en su vida
pensó que llegaría a hacer trato con uno de estos porque, aunque jamás lo había
admitido Mariel sufría de coulrofobia, pero el amor por su hijo pudo más,
además pensó que mientras el payaso hiciera su acto ella podría preparar el
pastel y no tendría que interactuar con aquel personaje.
Entre
sus cavilaciones el tiempo voló y se acercaba la hora de llegada de los
invitados, Mariel había preparado ya el jardín trasero donde se llevaría a cabo
el evento, su hijo y su esposo ya estaban afuera listos para recibir a todos
los niños y comenzar la diversión de aquel día tan especial, asomándose por la
ventana de la cocina Mariel pudo ver como su esposo recibía al payaso que
previamente había contratado, se alejo sorprendida de la ventana y se sentía
aliviada de que aquel hombre hubiera decidido llegar por la parte trasera de la
casa y así no tendría ella que recibirlo. Poco a poco los invitados comenzaron
a llegar y Mariel usando como pretexto el resto de los preparativos se negaba a
salir de la cocina con tal de no ver a aquel payaso.
Los
juegos comenzaron y los gritos y carcajadas de los niños y adultos no se
hicieron esperar, Mariel salía de vez en vez para llevar más bocadillos y
bebidas, pero siempre con la cabeza gacha tratando de no mirar al payaso; los
juegos se hacían cada vez más ruidosos y la risa del payaso parecía taladrar la
cabeza de Mariel, las carcajadas y gritos eran cada vez más fuertes y esa risa
tétrica del payaso no la dejaba concentrarse, pero había llegado la hora del
pastel pensó, se apresuro a ponerle las velas al pastel fue entonces que en su
apuro se dio cuenta que las risas, carcajadas y gritos habían cesado,
seguramente me esperan con el pastel pensó; salió rápido de la cocina con la
mirada clavada en el piso busco la mesa para poner el pastel, respiro profundo
y alzo la mirada solo para encontrarse con el verdadero horror, todos los
invitados niños y adultos estaban tirados muertos en el piso, sus cuerpos
parecían desgarrados por algún animal salvaje y fue cuando lo vio, aquel payaso
terminada de devorar a su hijo, su rostro estaba cubierto por la sangre de
todos y la pintura había desaparecido del resto, aquel payaso era un demonio
antiguo que tenia la forma de un payaso; petrificada por el miedo Mariel no
podía ni siquiera gritar de terror y el payaso se acercaba paso a paso a ella,
sus piernas temblaban pero su mente estaba completamente nublada por el terror
y solo puedo escuchar la terrible y chillona voz de aquel payaso decir -Que
buena fiesta, pero ya me cansé de jugar- Mariel cayó al piso inconsciente y
después de aquel terrible día paso el resto de su vida en un manicomio en el
cual era siempre perseguida por la sombra de aquel payaso.