En una solitaria parada de
autobús pasando la medianoche, se encontraba una niña de unos 14 años de edad
que parecía estar perdida o tal vez esperando el siguiente transporte. Estaba
visiblemente nerviosa, y no era para menos, era demasiado tarde y estaba sola, además
detrás de la parada había un enorme arbusto en el que cualquiera podría
esconderse y atacarla. El tiempo seguía su curso, cuando a lo lejos, la silueta
de un hombre comenzó a aproximarse hacia aquella parada donde ella se
encontraba, el hombre se acercaba lentamente, y la chica no pudo más que
apretar su falda fuertemente con sus manos, como rogando que el tipo pasara de
largo, pero para su desgracia, se sentó justo a su lado.
No le podía ver el rostro, pero
sentía como la mirada de aquel hombre se paseaba por todo su joven cuerpo, como
examinándola, ella lo miró de reojo y con voz temblorosa mostró su educación.
-Buenas noches señor, espera el
autobús?
-Buenas noches jovencita,
autobús? -NO! yo salgo todas las noches a ver que encuentro en mi caminar, y
parece que esta noche he tenido suerte, eres una chica muy linda.
-Por favor no diga eso, estoy muy
nerviosa de estar aquí solita, créame que si no tuviera un motivo, ya me
hubiera ido…
-Ah ya veo pequeña, yo también
tengo un motivo, me encantan las niñas, ¿No te gustaría irte conmigo?
La chica al darse cuenta de lo
que insinuaba aquel misterioso y peligroso hombre, entro en pánico, y comenzó a
llorar, pero no se iba de aquel nefasto lugar, solo lloraba mientras le pedía
al hombre que no le hiciera daño. Pero aquel pervertido viendo la fragilidad de
la chica, fue deslizando su asquerosa mano por entre sus piernas, mientras la
presionaba a su pecho con la otra, mostrando una cara de lujuria y perversión,
sin duda la peor pesadilla de la pobre chica.
-Que hace?…déjeme…suélteme…o
sino…
-Vamos chiquilla, es inútil, que
vas a hacer, ahogarme con tus lagrimas?…
El pervertido gozaba de su acto
mientras tocaba a la chica, pero su excitación cambió en un segundo a dolor y
luego a terror, cuando la pequeña lo ataco mordiéndolo fuertemente en el
cuello, succionando su sangre, desesperadamente trataba de quitársela de encima
mientras gritaba, pero aquella débil chiquilla ahora tenía la fuerza de 100
hombres, sus ojos y rostro habían cambiado, las lágrimas que hace solo unos
momentos corrían por sus rosadas mejillas ahora eran negras como la misma
noche, su lengua era larga y delgada, tanto, que salía por la boca del malvado
pervertido. Su ataque y mordida fue tan fuerte, que casi le había arrancado la
mitad del cuello al hombre, y aun agonizando, la chica lo arrojó al pie del
matorral detrás de la parada de autobús.
-Vaya señor, realmente me asustó,
es usted muy malo, yo soy solo una niña!
Fueron las palabras que le dijo
al hombre antes de finalmente morir desangrado. Mientras la chica se lamia la
sangre utilizando su larga, negra y delgada lengua, unas manos como garras
salieron de entre los arbustos sujetando el cadáver del hombre y arrastrándolo
dentro, la chica miró y sonrió, y una voz delgada pero muy aguda le dijo en
tono algo molesto.
-¿Cuándo vas a dejar de llorar a
la hora de comer?…ya tienes 14 años!
-Debes tenerme algo de paciencia,
yo no soy tan fuerte como tu…solo soy una niña débil y asustadiza…
Su conversación fue abruptamente
interrumpida, cuando un joven llegó a la parada…
-Pero que hace una niña tan linda
como tu aquí sola a estas horas?…Te puedo acompañar?
Esta vez la chica hizo una pausa,
y luego de estar unos segundos en silencio, secó sus lágrimas, y le sonrió,
mientras él se sentaba a su lado.