EL PAQUETE
Las mujeres suelen ser muy celosas de sus posesiones, como
María Rosa que llevaba este pañuelo consigo cuando comenzó una de las más
horrendas experiencias de su vida.
Hacia el siglo 18 vivía en Jerez
Zacatecas esa joven que prefería rezar y salir con amistades que pensar en el
matrimonio, pero lo que más le gustaba era en sus noches de insomnio,
contemplar la calle y las estrellas, cierta vez cuando descansaba en su balcón
cerca ya de la media noche, María Rosa vio acercarse a un misterioso jinete
quien le dijo que era fuereño y necesitaba mantener un valioso paquete a salvo,
María Rosa sin pensarlo bien aceptó el encargo, el jinete quedó de volver por
sus pertenencias al día siguiente a la misma hora, María Rosa tuvo que reprimir
su curiosidad varias veces antes de conciliar el sueño preguntándose que
contendría aquel paquete, sin embargo a la mañana siguiente no pudo más, en
cuanto se puso en pie lo abrió y lo que halló en él la dejo horrorizada.
María Rosa decidió contarle todo a su confesor, el cura le aconsejo que consiguiera un bebe
recién bautizado y que en cuanto llegara el desconocido hiciera llorar al niño
para deshacerse de aquella presencia a todas luces maligna, así lo hizo,
aquella noche, María Rosa muerta de miedo no salió al balcón, en punto de la
media noche, el jinete llegó a su casa y al no verla comenzó a gritarle enfurecido
que más valía le entregara personalmente su paquete si quería seguir viva,
María Rosa se asomó entonces con él bebe recién bautizado y le entregó el
paquete al hombre, cuando el quiso tomarla entre sus brazos María Rosa pellizco
al bebe y este hecho a llorar, el efecto en el jinete y su montura fue
inmediato, pero lejos de desaparecer para siempre, el desconocido regresó cada
noche a aterrorizar a la joven durante varios meses.
María Rosa solicito entonces a
su confesor que exorcizara su calle, así lo hizo el cura quien además mandó a
poner tres cruces a lo largo de la calle y una más en la entrada de la casa
chica, aquella misma noche el jinete volvió pero al postrarse frente a la cruz
de la casa de María Rosa un rayo se descargó sobre él y su montura y ambos
ardieron en llamas entre gritos desgarradores.
El misterioso jinete y su caballo desaparecieron para siempre, nunca se
supo su identidad ni de dónde venía; María Rosa no volvió a abrir jamás el
balcón, cuentan que en las noches estrelladas todavía se escuchan pisadas de
caballo frente al balcón de María Rosa.
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