Ese día llegué un poco tarde a
una cita con mi prima, que me llamó desde un día antes para que le ayudara con
los preparativos de la fiesta de su hijo, me retrasé tan solo quince minutos,
por más que toqué nadie me abrió, pensé que estaría un poco enojada, porque se
podía ver por el vitral de la puerta que alguien estaba sentado en el sillón de
la sala, incluso vi que se levantó y caminó un par de veces, hasta que no
regresó más, un poco molesto también yo, le golpeé la puerta con más fuerza,
cuando sentí una mano que me empujaba el hombro por detrás –¿Qué haces?, me vas
a tumbar la puerta- dijo mi prima –Pues es que nadie me abre- le contesté, -si
no hay nadie, tonto ¿quién esperas que te abra?—pues yo vi a alguien en el
sillón-,-ni empieces con tus bromas que ahora no tengo tiempo, mete las cosas
yo voy a recoger el pastel-.
Entré para dejar todo lo que me
dio e ir avanzando, después de recibir sus instrucciones, de que mover y a
donde comencé a jalar cosas, de pronto escuché un ruidito como de cascabeles de
gato, cuando me quedaba quieto, no oía nada, pero en cuanto movía algo, ahí
estaba… cuando ya no soporte más empecé a buscar si había un gato o un perro en
algún lugar, vi como una cortina se movía como si fuera gelatina, apenas puse
mi mano en ella para abrirla, un payaso salió detrás de ella dando un salto, y
haciendo ademanes con las manos. –Ah pero que…!!!-, pensando que era el
entretenimiento para la fiesta, me senté a observar su acto, me dio una jirafa
que hizo con globos, apareció un conejo entre sus pantalones, era divertido.
Estuve observándolo por más de
media hora, hasta que se escuchó el auto de mi prima, el agarró el foco
encendido de una lámpara, no se apagaba aunque lo tuviera en la mano, eso me
extrañó un poco, después lo puso en su boca, y al tragarlo podía verse el
esqueleto a través de su ropa, en el justo momento en que la puerta hizo ruido,
él dijo adiós con la mano, y se tiró un clavado a la pared.
Me puse blanco al ver que
simplemente se desvanecía, eso no era parte de ningún acto, ni tampoco era un
payaso de verdad, por más bueno que fuera, no podría atravesar paredes.
Tenía miedo de contárselo a mi
prima, porque me diría que estaba loco, pero por el contrario, me confesó que
hace tiempo lo veía, pero no se lo había dicho a nadie porque no se lo
creerían.
Sea como sea, es hora que en esa
casa no me paro, no le temía a los payasos, pero desde ese día, tengo un poco más
de precaución.