Al comienzo se creó la luz, y la
Tierra quedó libre de las tinieblas, se creó el cielo y después los mares,
finalmente el mundo fue poblado por animales de todo tipo. Pero la oscuridad
jamás dejó de existir, quizá la colocaron en lugares inesperados. Sitios muy
por debajo de nosotros o dentro de algunas personas
¿Alguna vez has pensado en esto,
a dónde fue toda aquella oscuridad? Bueno, creo que vive dentro de nosotros,
tenemos la posibilidad de crear nuestros monstruos y pesadillas, podemos
oscurecer nuestras almas por completo para dejarlas que se pudra hasta que
terminemos convertidos en el tipo de persona que aparece en los noticieros de
televisión, el sujeto que fue a prisión por hacer comida con carne humana para
vender en la calle.
Esta es la historia de alguien
con el alma más podrida. Su nombre era Jake y vivía a algunas cuadras de mi
casa, a pesar de la distancia lo conocía muy bien, todos lo conocíamos, era un
hombre que a sus 40 años jamás había sido gentil con nadie, nunca tuvo novia y
quizá hasta su propia madre sentía repulsión por él. No soy yo quien lo dice,
son cuatro cuadras de chismosos e idiotas de toda clase.
Yo era un adolescente cuando todo
sucedió y aquello me hizo cambiar de opinión sobre la oscuridad y la maldad
humana. Jake, a pesar de sus rabietas y rencor, jamás había hecho daño a nadie,
simplemente algunos gritos por aquí, un gesto de mano por allá…
El último día que fue visto
estaba retirando las hojas secas de su entrada, quejándose de su propia vida y
siendo el mismo que había sido siempre, lo que dicen que sucedió fue lo
siguiente. Un hombre pasaba frente a su casa, aparentemente era alguien normal
que no llamaba la atención, el hombre le dio los buenos días a Jake,
probablemente no lo conocía o era alguien nuevo en el lugar, y la respuesta no
fue diferente a lo esperado “¿qué tienen de buenos?”. El hombre pareció
sorprendido, pero no se ofendió, simplemente siguió de largo y antes de voltear
en la esquina tomó un bloc de notas y escribió algo.
Algunos días pasaron y nadie vio
a Jake en el mercado, ni en la estación de gasolina, tampoco frente a su casa,
de cierta manera aquella situación representaba un alivio para todos nosotros,
no verlo, ni sentir su olor a cigarro y cerveza. Así transcurrieron los días
hasta que una noche se produjo una conmoción cuando una sobrina fue a
visitarlo… quién podría imaginar que este sujeto le importaba a alguien. Ella
golpeó la puerta, golpeó y golpeó en repetidas ocasiones, a esas alturas Jake
habría salido furioso a lanzarle un zapato en la cara.
Entonces la mujer llamó a la
policía, temiendo que algo malo le hubiera pasado. La policía se apareció en el
lugar y derribó la puerta. Lo encontraron muerto, limpio, recostado sobre la
cama y con una sonrisa cosida en el rostro… estaba atado a los postes de la
cama, su cavidad anal había sido destrozada, sus piernas amputadas y algunos
órganos extraídos.
La sobrina vomitó al verlo, los
policías vomitaron, uno de los paramédicos se desmayó.
Y entonces un gran silencio se
apoderó de la ciudad, las personas ya no se saludaban en la calle, miradas
desconfiadas y sonrisas fingidas, parecía que la oscuridad estaba dentro de
nosotros. Una atrocidad para una pequeña ciudad como la nuestra.
Quizá se trata de un pequeño
precio que tuvimos que pagar… para librarnos de un bastardo como Jake. Pero aún
debemos preguntar al asesino porqué robó los órganos… aquello no formaba parte
del trato.