Esta es una historia extraña que
todavía no logró comprender, y en la que he pensado mucho últimamente, puesto
que ya que casi es Navidad.
Hace poco más de cuatro años me
fui a vivir con mi hermana Elin, quien es dos años mayor que yo. Ella compró su
apartamento en junio del 2010. Al año siguiente, en diciembre, recibió una
tarjeta de Navidad que iba dirigida a una persona llamada Ida. No le dimos
demasiada importancia, puesto que pensábamos que se trataba de la persona que
vivía allí antes que nosotros. Había un detalle extraño sobre la tarjeta, sin
embargo.
Estaba firmada con un nombre
masculino y enseguida, habían escrito el nombre de una ciudad. Esta ciudad en particular,
es muy conocida por albergar una institución mental para criminales
desquiciados y muy peligrosos. Tiene una población de solo 4000 habitantes, por
lo que la institución es en lo primero que piensas cuando escuchas el nombre de
la urbe. Lo dejamos pasar, pensando que la persona que vivía en el apartamento
antes, no le había dado su nueva dirección a quien envió la tarjeta.
Casi lo habíamos olvidado cuando
ocurrió lo mismo en la siguiente Navidad. Firmaba el mismo remitente y se leía
el mismo receptor que el año anterior.
Esta vez nos asustamos, ya que
recordamos que la persona que vivía en el apartamento, era un anciano que había
fallecido tras habitar aquí durante décadas. No obstante, aparentemente no
había nada más que pudiéramos hacer.
Ahora, aquí es cuando las cosas
se ponen realmente espeluznantes.
Mi hermana tuvo el apellido de
nuestros dos padres, ya que ellos no se casaron sino hasta un mes después de
que ella nació. Actualmente ella ha decidido usar el nombre de nuestra madre,
que es más exótico, y yo he decidido usar el nombre de nuestro padre, pues es
uno de los más comunes en nuestro país. Esto es importante, porque la siguiente
Navidad (en el 2012) me mudé a casa de papá, a unas 20 millas de distancia, en
medio de la nada.
Un par de días antes de la
víspera navideña, mi hermana vino a pasar las vacaciones. Al día siguiente
había una nueva tarjeta en nuestro buzón. Tenía la dirección de mi hermana
escrita en ella como de costumbre, pero la estaba esperando en el buzón de
correo de nuestro padre. (Esa casilla de correo no tiene su apellido, ya que
nuestra madre falleció años antes de esto).
La tarjeta no pudo haber llegado
allí por el correo, ya que no hay conexión entre ambas direcciones. Aun así,
tenía estampados los sellos que demostraban que había sido enviado con el
correo. La única explicación que se me ocurre, es que quien haya enviado la
tarjeta debe haberla recogido por mi hermana al darse cuenta de que no estaba
en casa, y luego, de alguna manera (quizá por medio de Facebook), descubrió
dónde estaba. También existe la posibilidad de que esas tarjetas sean para mí.
Hasta hoy no hemos descubierto de
dónde vienen todas estas tarjetas. Y en serio, estoy muy asustada.