Cuenta la leyenda, que hace muchos años, en un pueblo costero a orillas del Pacífico, vivió una joven llamada Laura, hija de un terrateniente llamado Eleuterio, y de una noble aristócrata llamada Lucía de Velasco. Pronto, la joven muchacha se enamoró de Santiago, hijo de la cocinera que su padre había contratado.
Los padres de Laura se enteraron de esa relación, y no estaban dispuestos en aceptar esa historia de amor, por eso tomaron la decisión de despedir a la cocinera. Durante un tiempo los jóvenes se vieron a escondidas, Santiago se vestía de monaguillo y asistía a la iglesia para ver a su amada sin levantar las sospechas de Eleuterio y Lucía.
Meses después, Santiago viajó a un país lejano para ganar mucho dinero, pues se había unido una expedición de buscadores de oro.
Laura le prometió que en secreto cuidaría de la madre de Santiago y que siempre lo iba a esperar.
Santiago prometió volver con mucho dinero para ganarse el respeto y admiración de los padres de sus padres. Y al no poder casarse con ella, ese juramento lo sellaron frente a la Iglesia con sangre.
Con una daga cortaron su palma de la mano. Mientras Santiago estaba en la expedición pasando hambre y penurias, lo único que lo mantenía con vida y le daba fuerza para continuar era la promesa que le había hecho a Laura y el recuerdo de su madre.
El tiempo pasó y cuando Santiago regresó, su madre ya había muerto en una absoluta pobreza y soledad, y Laura no cumplió su promesa de cuidarla.
Le cuentan a Santiago que Laura se había olvidado de su madre, que ya se había comprometido con otro hombre. Y que la boda se realizaría a la mañana siguiente. Santiago, incrédulo de todo lo que contaban, buscó la manera de hablar a solas con Laura. La tradición de esa época decía que las novias debían ir a la iglesia para excomulgarse un día antes de la boda.
A sí, cuando Laura fue a la Iglesia, Santiago, vestido de monaguillo, se acerca a ella y le pide que no se case, que él ya tiene dinero y que se escapen juntos como lo habían prometido.
Laura se negó rotundamente y le dice que ella está enamorada de otro hombre y que no quería verle más, pues se había dado cuenta de que él era muy poca cosa para ella. Por eso dejó que se fuera y jamás pensó que regresaría, peor quería hacerse cargo de su madre, que aunque ahora tenga dinero, nunca dejará de ser solo el hijo de la cocinera …
Y que se vaya, que no quiere verle nunca más… Santiago, con su corazón roto en mil pedazos, sale de la Iglesia llorando sin comprender por qué se enamoró de una mujer sin corazón que, no contenta de haberle hecho daño a él, había dejado que su madre muriera.
Porque lo engañó de esa manera tan cruel, decidió hasta el último momento tratarlo tan mal y humillarlo de la peor manera, ofendiendo la memoria de su madre, llamándolo poca cosa, diciéndole hijo de cocinera.
Santiago toda la noche pasó embriagándose y maldiciendo a Laura por su traición y por ser tan malvada … Pronto llegó la mañana a la ceremonia, ya habían llegado todos los invitados, todo era fiesta y algarabía por la boda de Laura.
Sus padres habían gastado una fortuna en ese acontecimiento tan importante. La iglesia estaba llena, no cabía un alma más.
Cuando en medio de la boda llegó Santiago disfrazado de monaguillo y se acerca a Laura, entonces sacó un hacha y de un solo tajo le cortó la cabeza.
Santiago recoge la cabeza de Laura y sale de la Iglesia, ante la mirada atónita y los gritos de terror del gentío que habían asistido a la ceremonia.
Santiago sale de la Iglesia con la cabeza de Laura en su mano … Todos corren tras de él, pero Santiago acelera su paso y se dirige al pequeño malecón de la Ciudad. La muchedumbre se amontona en el malecón únicamente para ver cómo Santiago salta al mar, que lo arrastra con la cabeza de Laura, que no la soltaba de la mano. Días después, Laura fue enterrada sin cabeza, pues por más esfuerzo que hizo Eleuterio por recuperar la cabeza de su hija, no lo logró.
En el pueblo cuentan que Laura se pasea por el malecón. Buscando su cabeza. Y entre sollozos le pide a Santiago que se la dé vuelva.
Algunos pescadores también cuentan que han visto a Santiago en mar abierto, se les aparece en medio de una neblina muy espesa, deambulando por ahí como zombi con la cabeza de Laura en su mano.
Ninguno de los dos jóvenes pudo descansar en paz y están condenados a vagar por la eternidad.
Autora: Dolly M.
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