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Mostrando las entradas de septiembre, 2016

El secuestrador

Oscuridad, frío, el ruido de los autos en la calle y la aterradora mirada en los ojos de mi víctima, observándome fijamente como un ratón asustado delante de un gato,aunque en este caso es diferente, porque los gatos no tienen la capacidad de disfrutar el momento, ni tampoco amarran a sus presas en una silla, pero bueno, cada especie con sus métodos, después de todo, mis motivaciones son un poco más… instintivas. Me acerco lentamente, le sujeto el rostro y ella me clava la mirada, como si creyera que, de algún modo, algo va a pasar y la voy a dejar da salir, pero no, eso no va a suceder, sólo una persona saldrá caminando de la habitación.Me detengo un poco en los detalles, su cabello negro, largo y sedoso, su piel blanca, con un leve bronceado, le sienta muy bien, el maquillaje es simple, delicado, o por lo menos lo era antes de que las lágrimas se lo estropearan, y sus ojos, esos ojos verdes maravillosos, perfectamente delineados, me fascinan, despiertan en mi cierto… deseo, di

Las puertas del infierno

En un día común, había una niña muy seria, amable y estudiosa, su nombre era Ilse, no tenia amigos, no hablaba con nadie, solo se concentraba en sus estudios.El lunes llegó una niña nueva a la escuela, se llamaba Carla, parecía buena niña, pero en cuanto se sentó no hizo otra cosa mas que hablar, pero por un momento no se escuchó su voz, Ilse volteó a verla y Carla se le quedó viendo fijamente por toda la clase hasta el receso. Ilse se sentó sola en una banca enseguida de la cafetería, estaba tranquila hasta que llegó Carla a sentarse al lado de ella, a Ilse le dio un poco de miedo, pero le preguntó- ¿Por qué te sientas aquí? no me molesta, pero por que?-Carla se quedó un momento en silencio y le respondió- no tengo amigos y por lo visto tu tampoco, ademas eres como muy calladita, alguien te tiene que enseñar a divertirte- Carla jaló a Ilse y se la llevó a una salida que daba a la calle– Esto esta mal, estas loca si crees que voy a ir contigo, con una desconocida a la calle- d

Polvo eres...

Carlos temía a la muerte más que a nada en el mundo, tenía una obsesión por la seguridad causada por ese mismo temor, aunque de pequeño soñaba con un empleo temerario, ya fuese de bombero o policía como la mayoría de los niños, al crecer decidió dedicarse a algo que le pareció más inofensivo y menos riesgoso para la vida. Tenía su despacho en el mismo lugar en que vivía, y para evitarse las vueltas diarias de su trabajo contrato dos ayudantes. Su obsesión llegaba a tal punto que no conducía un auto, no viajaba en taxi tampoco, solo autobús pues decía que en algún choque los afectados serían los del otro auto. Claro que sus teorías no eran perfectas, hubo muchas cosas que no considero, pero como hasta el momento todo le funcionaba pareció estar en lo correcto. Aun no se había casado, a pesar de rondar ya los 40, pero por supuesto no había mujer que le siguiera el paso. Una tarde de trabajo como cualquier otra, una hermosa mujer se acercó a solicitar sus servicios, ella era

EL TRAILERO FANTASMA

Cuenta la leyenda que un camionero llamado Francisco Vázquez avanzaba a gran velocidad con su tráiler rumbo a Mexicali por la carretera de la rumorosa. Aunque habitualmente era muy precavido y un gran conductor, la noticia de que su mujer estaba a punto de dar a luz le había obligado a saltarse las precauciones que normalmente tomaba mientras conducía. Sabía que debía llegar lo más rápidamente posible para entregar un dinero que era necesario para que asistieran el parto de su esposa, por lo que no dudó ni un instante en arriesgar su vida entre abismos y zonas rocosas para llegar lo antes posible. Era una cantidad de dinero muy grande porque sumaba el total de dos meses de trabajo y la venta de una finca que recientemente había heredado. Cuando faltaban pocos kilómetros para el desvío que le llevaría junto a su esposa y el primer hijo que ésta alumbraría, su camión perdió el control y salió de la carretera. El impacto contra las rocas fue brutal, pero Francisco consiguió salir

Leyenda de Sarah O’Bannon

La humanidad, siempre ha temido a los entierros prematuros, pero este miedo a ser enterrado vivo, alcanzó su mayor apogeo en el siglo XIX, tanto que durante esta época, fueron diseñados los ataúdes de seguridad; una caja de muerto provista de una campana atada con un trozo de cuerda, la cual podía ser tirada desde dentro por el presunto muerto y así alertar a los de arriba, que seguía con vida. Para evitar que la campana se moviera por el viento o cualquier otra influencia externa, la cuerda o cadena pasaba a través de unos tubos, cuidadosamente diseñados para no dejar entrar el agua evitando así que el cadáver se mojara. Por si fuera poco, había un segundo tubo a los pies del ataúd a través, para bombear aire a la víctima en caso de ser necesario, mientras se abría la tumba. Uno de estos féretros fue utilizado para enterrar a Sara O’Bannon y el cuidador del cementerio, sintió que la sangre se le fue a los pies al escuchar la campana acompañada de una inquietante voz que rog